Textos y fluidos

Concepto

Debemos a Bauman (2005) la idea de modernidad líquida, analogía que ha sido adaptada a los temas de estudio textual por Aguirre (2005) y Martos (2006). El profesor J. Aguirre relaciona específicamente literatura e Internet con el concepto de fluido, como una comunicación o circulación sin barreras, horizontal, que fluye y que contradice los conceptos tradicionales, que ahormaban la lectura a un único espacio –la biblioteca–, a un único soporte –el libro– o a una modalidad preferente –la lectura individual silenciosa–. De hecho se habla de Internet como océano de información.

Otras analogías brillantes han surgido en la teorización y didáctica de la lengua y la literatura: la lengua como un mercado de palabras (V. Zaragoza), que permite el intercambio; las estructuras de la frase como un sistema de trenes, que ideó el médico Charles Bru para tratar problemas de dislexias; la visualización de B. Sánchez de la gramática como un gran hangar de aviones; la visión de Haüy del desarrollo del lenguaje como los procesos de los cristales, para ilustrar que la adquisición del lenguaje es innata; la idea de Piatelli del lenguaje como llama, como fuego, imágenes estas que precisamente fueron utilizadas en la controversia teórica entre Piaget y Chomsky.

En particular, la idea de fluido nos permite profundizar en una visión transdisciplinar de la lectura y la escritura, porque de forma tradicional se ha considerado el texto como tejido, producto hecho, acabado. El propio Genette habla del texto como «zurcido» (patchwork) y, cuando J. Kristeva, en la época dorada del formalismo francés, hablaba de «paragramas» y de «intertextualidad», siempre las analogías iban en el sentido del entrelazado. Y más aún, la idea de la retórica tradicional del discurso como ornato, aderezos de la mesa, sigue insistiendo en una consideración estática, aunque subraye la visión del placer estético. Ciertamente, la visión del texto como tapiz, malla, tejido... subraya lo esencial de la visión estructuralista, el texto como un trenzado de elementos. Sin embargo, esta visión, con ser muy productiva e iluminadora en estos aspectos, tapa u oscurece otros, porque son imágenes muy pegadas a la historia del libro, a la cultura del pergamino o de la imprenta, que ha asimilado el texto a lo que ha sido su soporte, el libro, la página encuadernada, la plancha...

 

Análisis

Convergencia entre la teoría literaria, la informática y los nuevos paradigmas científicos

La aproximación primero de la informática y ahora de la física a las ciencias sociales (sociofísica) ha supuesto en general un ejemplo contundente de cómo lo transdisciplinar rebasa los límites de las analogías clásicas. Así, una propiedad del texto en la Red es su inestabilidad, que va más allá del tejer y destejer de Penélope en la Odisea. La narración no lineal y la hiperficción están igualmente exigiendo unos modos de lectura que no son los de quienes contemplan un mosaico o una alfombra. Se ha producido una convergencia entre la teoría literaria y las prácticas comunicativas derivadas de la sociedad de la información, en particular el hipertexto, que viene a desbordar lo que Kristeva, Genette y los teóricos del formalismo francés y sus continuadores actuales han acuñado como intertextualidad o politextualidad.

En este contexto, con la analogía del fluido no designamos solo un modo de circulación del texto literario, sino la propia naturaleza de este, una vez que cuestionamos conceptos centrales de la teoría literaria más tradicional: el concepto de autor, diluido ahora en lo que se ha llamado «escritura alógrafa» (A. Besson), el concepto de obra, igualmente desbordado por el concepto de narración serial, como las sagas, con sus secuelas, precuelas y prolongaciones potenciales ad infinitum, e incluso el concepto de género, pues el reciclaje posmoderno o el eclecticismo han creado formas híbridas (ficción especulativa) que desafían la teoría literaria clásica. De hecho, las producciones literarias –como las sagas que inspiran superproducciones de Hollywood– tienden cada vez más a aparecer como megaestructuras y series, es decir, como un texto líquido, continuo.

El fluido es un buen ejemplo del texto continuo que practican las actuales sagas fantásticas como parte esencial de su poética. Sus connotaciones heurísticas son importantes, no solo para la conceptualización o composición del texto –pues la mecánica de fluidos poco tiene que ver con la forma en que se comporta un tejido o una malla–, sino para la lectura. La visualización del texto como un fluido no desmiente o desnaturaliza lo que dijo Saussure a propósito de la linealidad o secuencialidad del signo; la diferencia está en que ese signo discreto, divisible en unidades, se puede ver como moléculas de agua que interactúan en diversos estados y situaciones: por ejemplo, la llamada «turbulencia de los fluidos» es un concepto enormemente sugerente y extrapolable. A diferencia de la analogía del texto como tejido o malla, o de otras que se han ido formulando en la teoría literaria (la idea de Wienold del texto como «artefacto», o la visión de Mignolo del texto como un sistema cuyo funcionamiento podemos conocer directamente –«caja translúcida»– o a través de sus efectos –«caja negra»–, etc.) o incluso en la práctica escolar (las descripciones de las frases como estructuras de cajas, árboles chomskianos...), la analogía del fluido pone el énfasis en los elementos dinámicos, inestables, por qué no decirlo, caóticos, de la construcción del texto.

 

Implicaciones

Las ventajas de la transdisciplinaridad y la creación colectiva líquida

La sociofísica se empeña en trasladar sus métodos y conceptos a las ciencias sociales, a temas como el tráfico, el urbanismo y otras conductas. ¿Por qué no a la estética, a la literatura? La sociofísica nos viene a decir que la cosmología parece emular a las estructuras atómicas, y las interacciones sociales (una cola, sin ir más lejos) se parecen mucho más de lo que podemos imaginar al comportamiento de las partículas.

La ventaja de esta analogía del fluido es que entendemos el texto como algo más «maleable» (José A. Millán), susceptible de lo que en la teoría de los fluidos se llama las «transiciones de fase», los cambios de estado. Porque un texto se puede visualizar como una reunión de partículas más o menos evanescentes, gaseosas (por ejemplo, las «memoratas» o protofábulas del folclore), que luego, como se dice en la jerga física, «se ponen a trabajar juntas», se licúan, y que, en otro estadio, pueden llegar a cristalizarse, a convertirse en algo sólido, congelado, que es desde luego como lo tenemos cuando vemos un libro, algo «con-solidado». Lo interesante es que las transiciones de fase no son un proceso sencillo, sino abruptas: en un determinado momento un texto que vivía en la politextualidad cristaliza en una versión única y se convierte en canónico dentro de la literatura oral. En todo caso, hay asociaciones claras entre creación colectiva, proceso, fluido, algo dinámico, igual que las hay entre estos otros conceptos: texto, fruto de la inspiración individual, producto, libro, plancha, algo estático. Los fluidos no son entelequias; como los ríos, buscan su cauce, labran cuencas, se ramifican en hilos o afluentes, siguen caminos a veces tortuosos, se expanden, tienen turbulencias, se evaporan, se congelan, en interacción con el medio... El camino del agua se parece a menudo al de la escritura creativa: errática, dispersa, caótica. De modo que, cuando hablemos de fluidez a propósito de las habilidades de un lector o de quien pronuncia un discurso, no olvidemos su sentido literal y aprendamos heurísticamente de estas analogías.

Los desafíos de la modernidad líquida

Lo que hemos llamado el texto continuo es un desafío que abre incertidumbres, pero también nuevas perspectivas que pueden regenerar viejos ecosistemas de la lectura que citábamos al principio. La escuela, la biblioteca, los creadores o el mercado mismo son partes de este sistema complejo, del cual podemos esperar fenómenos emergentes o inesperados, como ha ocurrido con la irrupción de las sagas. Lo que al principio parecía un fenómeno mediático y que poco tenía que ver con la literatura de calidad, ha dado un vuelco, a escala mundial, a la lectura juvenil, precisamente porque conecta con esta nueva cosmovisión, más allá de sus convenciones o esquemas más ostensibles (relatos de espada y brujería, héroes y antihéroes). De hecho, frente al determinismo o las imposiciones del mercado, pensar que cualquier leve aportación («el efecto mariposa») puede modificar la dinámica del sistema es al fin y al cabo apostar por la libertad, porque los rebeldes de Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, no solo practican una resistencia romántica al totalitarismo que trata de eliminar el pensamiento disidente, sino que, al introducir una variable inesperada, pueden llegar a reconvertir el sistema, como ocurre con el propio Montag, un exrepresor.

Fluidos y textos, física y humanismo, un horizonte, en suma, lleno de sorpresas o, como diría la física, de fluctuaciones dentro de un sistema complejo, cuyas opciones nos ayudan a conocer estas nuevas ramas de la física social. Si el estructuralismo del siglo XX nos ayudó a reconocer patrones en la lengua, la sociedad o el mito, ¿por qué estas nuevas perspectivas no podrán ayudarnos a incrementar precisamente nuestro grado de libertad y de (auto)conciencia?

 

Referencias

 

Aguirre Romero, J. (2002), «La enseñanza de
la literatura y las Nuevas Tecnologías de la
Información», Espéculo, Revista de estudios
literarios, n.º 21.

Aguirre Romero, J. (2004), «Ciberespacio y
comunicación: nuevas formas de vertebración
social en el siglo xxi», Espéculo,
Revista de estudios literarios, n.º 27.

Aguirre Romero, J. (2010), Hacia una lectura
universitaria y otros escritos hermenéuticos,
Madrid: Universidades Lectoras.

Arnopoulos, P. (1993), Sociophysics: Chaos
and Cosmos in Nature and Culture Hardcover,
New York: Nova Science Publishers.

Ball, P. (2004), Critical Mass: How One Thing
Leads To Another, Heinemann. Un resumen
de sus ideas puede ser consultado en
la entrevista del programa REDES de Televisión Española, www.rtve.es/tve/b/redes/semanal/prg389/entrevista.htm.  

Bauman, Z. (2005 b), Modernidad líquida,
Argentina: Fondo de Cultura Económica.

Besson, A. (2004), D’Asimov à Tolkien, cycles
et séries dans la littérature de genre, Paris:
CNRS Editions.

Chakrabarti, B., Chakraborti, A. y Chatterjee,
A. (eds.) (2006), Econophysics and Sociophysics
Trends and Perspectives, Berlin:
Wiley-VCH.

García Rivera, G. (2001), «Personajes y escenarios
de los cuentos infantiles: las señales
del héroe», Primeras Noticias, 120, pp.
39-47.

Genette, G. (1989), Figuras III, Barcelona:
Lumen.

Joyanes, L. (1997), Cibersociedad. Los retos
sociales ante un nuevo mundo digital,
Madrid: McGraw-Hill.

Mansilla, R. (2003), Introducción a la econofísica,
Madrid: Equipo Sirus.

Martos Núñez, E. (2006), «“Tunear” los
libros: series, fanfiction, blogs y otras
prácticas emergentes de lectura», Ocnos,
n.º 2, pp. 63-77, Universidad de Castilla-
La Mancha; también el monográfico
«Sagas Fantásticas», Revista de Literatura
Primeras Noticias, octubre 2006.
Martos Núñez, E. (2006), «Tejidos, fluidos
y otras analogías textuales», Espéculo,
34, http://www.revista.uclm.es/index.php/ocnos/article/view/221 

Pajares Tosca, S. (2004), Literatura digital: El
paradigma hipertextual, Cáceres: Universidadde Extremadura.

Saint-Gelais, R. (1999-2000), «La fiction à
travers l’intertexte: pour une théorie de
la transfictionnalité», coloquio on line
en Fabula «Frontières de la fiction», web
Fabula.

Saint-Gelais, R. (1999), «De la constellation
Star Trek: science-fiction et transfictionnalité
», en L’empire du pseudo. Modernités
de la science-fiction, Québec: Nota
Bene, 2000.

Sloterdijk, P. (2000), Normas para el parque
humano, Madrid: Siruela.

 

Fecha de ultima modificación: 2014-02-07